El Arbol de la vida posee un significado profundamente Espiritual. Este Símbolo a estado presente en diversidad de culturas y tradiciones en todas las épocas. Una de las representaciones más antiguas del Árbol de la Vida proviene de la mitología sumeria y babilónica, donde se le conocía como el "Árbol de la Vida Eterna" o "Árbol Sagrado".
El concepto del Árbol de la Vida también está presente en la mitología nórdica, donde se conoce como "Yggdrasil". Yggdrasil es un enorme árbol que representa la conexión entre los diferentes mundos: los dioses viven en Asgard, los humanos en Midgard y los muertos en Helheim. Yggdrasil es considerado un símbolo sagrado y central en la cosmología nórdica.
En la mitología celta, el Crann Bethadh (Árbol de la Vida), representa los hilos invisibles que conectan todos los elementos del mundo. Las raíces descienden hacia el inframundo (el mundo de los muertos) y conectan con los antepasados. El tronco representa el plano terrenal donde vivimos el aquí y ahora. Las raíces y las hojas se elevan hacia el plano divino y espiritual.
Los celtas solían plantar un árbol en el centro de los nuevos poblados, como símbolo de seguridad e integridad. Los pactos, bodas y otras celebraciones se realizaban a la sombra de este árbol, que tenía un papel relevante en la vida cotidiana de la comunidad.
Por otra parte, para los celtas, los árboles también constituían una manera de predecir el futuro. Los druidas (sacerdotes que poseían el saber sagrado y profano) los observaban desde las raíces hasta la copa porque consideraban que la naturaleza tenía una inteligencia infinita que permitía anticiparse a los hechos. También creían que un árbol ubicado en el interior de cada hombre y cada mujer les hacía desarrollar sus conocimientos.
Claro que los árboles también tenían un aspecto utilitario, porque los celtas usaban su madera para construir sus casas y herramientas; su leña para hacer fogatas y de ellos extraían frutos para alimentarse. Esto convertía a los árboles, en especial al roble, en parte fundamental de sus vidas.
Símbolos de Árboles sagrados se encuentran en otras culturas y creencias. En la mitología egipcia, los faraones veneraban al sicomoro, como vínculo entre el mundo terrenal y espiritual. Identificado por los egipcios como "Nehet"; el sicomoro es una higuera de la especie Ficus Sycomorus.
El árbol melocotonero también es parte de la tradición china: la esposa del Emperador de Jade, Xi Wangmu, afirmaba que alimentarse de sus frutos aseguraba el pasaje a la vida eterna.
En el budismo, se considera que Siddartha Gautama alcanzó el nirvana a la sombra del Bodhi (higuera sagrada).
En el cristianismo, el árbol de la vida aparece en varias partes de la Biblia:
"Y el Señor Dios hizo brotar (…) el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal" (Génesis 2:9).
El primero representaba la vida eterna, pero Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, y fueron expulsados del jardín del Edén.
En Apocalipsis 22:14:
"Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad".
Y en Proverbios 15:4:
"La lengua que brinda alivio es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu".
El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto por 10 esferas (sefirot, en plural; sefirá, en singular) conectadas entre sí mediante 22 senderos, donde cada una de ellas representa un estado que acerca a la comprensión de Dios y a la manera en que él creó el mundo.
La cábala desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un «mapa» de la Creación. Se le considera la cosmología de la cábala.